Ricardo Poma opina que más que un cambio de presidente lo que se tiene enfrente es la defensa de un sistema democrático.
Que la frase de advertencia sea pronunciada por Ricardo Poma en referencia a lo que El Salvador afronta en las elecciones presidenciales del 15 de marzo tiene un cariz particular. No solo porque sea uno de los más poderosos empresarios de El Salvador, sino por lo que representan tales palabras en boca de uno de los hombres más visionarios del país.
Presidente de varias empresas y fundaciones de ayuda a los más necesitados y educativas, Ricardo Poma opina que más que un cambio de presidente lo que se tiene enfrente es la defensa de un sistema democrático.
Y la defensa de ese sistema permite proteger no sólo una vida política de libertades, sino aspectos más cotidianos y convincentes para los escépticos como el empleo, el clima de inversión extranjera y la consolidación de un estado de Derecho fuerte.
Sin mayores aspavientos ni dramatismos fáciles, este empresario y académico pone las tildes en las palabras correctas, y augura que de la decisión que tomen los salvadoreños en las urnas dependerá lo más sagrado de las familias: el futuro.
En esa apuesta de futuro es que, además, Ricardo Poma lanza sin ambages lo que, a su juicio, son los principales retos que deberá asumir el próximo gobernante salvadoreño. Y enfoca en una visión de estadista el rumbo hacia donde deben dirigirse los esfuerzos primarios: un acuerdo nacional en lo político, lo económico y lo social.
En una especial atención a la serie que El Diario de Hoy publica con los principales empresarios del país, Ricardo Poma despeja una ecuación que bien puede convertirse en la fórmula para el despegue como nación o en un quebradero de cabeza. La diferencia entre ambas opciones es, precisamente, la opción que se tome ante la papeleta electoral.
¿Qué nos jugamos los salvadoreños en la elección presidencial del 15 de marzo?
Nos estamos jugando la libertad, la democracia. Nos estamos jugando el futuro de nuestros hijos y el avance o retroceso de una generación de salvadoreños. Están en juego miles de empleos que son el sustento de la familia salvadoreña.
Ante el escenario político que se nos presenta, ¿cuáles son los factores que inciden en temas tan importantes como el empleo y la inversión?
La confianza es la base de la inversión y del empleo, y debe ser la prioridad de un nuevo gobierno: generar y transmitir confianza a los ciudadanos, a las familias, a los inversionistas, a los productores, a los consumidores. Esto se logra manteniendo reglas claras y vigilando que impere un Estado de Derecho. Se debe respetar la libre iniciativa, la libre expresión, la propiedad privada, la institucionalidad y la independencia de los órganos del Estado. Todo aquello que genera temor o incertidumbre es negativo para crear un clima de optimismo y de seguridad que es esencial para que los empresarios locales y extranjeros estén dispuestos a tomar los riesgos necesarios para hacer inversiones. Se exponen a perder su capital, su esfuerzo y su tiempo. No olvidemos que como país tenemos que competir con otros países para atraer empresas. Si el objetivo fundamental es la generación de empleo, no hay otra forma para hacerlo que no sea a través de las inversiones. Y estas inversiones no se van a lograr en un esquema autocrático y totalitario o en el gobierno de un partido que abiertamente se declara antisistema.
¿Es justo decir que no ha habido avances para todos durante las dos últimas décadas?
El Salvador ha hecho importantes avances en muchas áreas y ha caminado a un ritmo mucho más rápido que otros países de la región. Hay que destacar el logro de la paz y los logros económicos y sociales que han reducido la pobreza extrema a un tercio de lo que era hace 20 años. Hemos alcanzado la estabilidad macroeconómica que nos ha permitido tener grado de inversión como país. Hemos abierto el país al mundo y nos hemos vuelto más competitivos y más productivos, lo que ha propiciado el establecimiento de muchas empresas extrajeras que han generado miles de empleos a salvadoreños que cada vez son mejor remunerados. Nuestros tratados de libre comercio nos han permitido amortiguar los efectos de una recesión mundial, ayudando con nuestras exportaciones hacia Estados Unidos, México, Centro América y otros países. Hemos avanzado notablemente en la infraestructura del país y ahora contamos con la mejor red vial de la región. En los programas sociales, particularmente en educación y en salud, hemos mejorado año con año la cobertura. El salvadoreño ahora tiene acceso a bienes y servicios que hace años eran limitados. Todavía hay mucho por hacer: tenemos retos importantes tales como generar oportunidades para los jóvenes, seguir mejorando la calidad de vida de los salvadoreños, y sobre todo, aspirar a una sociedad más solidaria y más humana.
¿Cuáles deberían ser las prioridades de un futuro gobierno?
Se necesita ante todo un acuerdo nacional sobre tres temas básicos: en lo político, lograr la gobernabilidad y despolitizar las instituciones claves; en lo económico, promover el crecimiento a través de la inversión privada y pública; y en lo social, alcanzar la seguridad ciudadana y avanzar en las áreas de educación, salud y vivienda. Sólo un gobierno con demostrada vocación democrática puede lograr este proyecto de unidad nacional.
¿Qué espera que haga el futuro gobierno para enfrentar la crisis mundial?
El próximo gobierno va a afrontar un entorno muy adverso en el ámbito internacional que puede significar una pérdida de empleos y un agravamiento de la pobreza si no se maneja de una manera efectiva. Necesitamos poner los intereses del país por encima de los intereses políticos y encarar esta situación con unidad y decisión. Los tiempos van a exigir que actuemos decididamente, sobre todo ante los retos prioritarios que enfrentará el país.
La situación económica mundial y la incertidumbre de las elecciones han hecho difícil el acceso al crédito. Necesitamos restablecer el crédito a los sectores productivos y en particular a la pequeña y mediana empresa, a la agricultura y para la adquisición de vivienda. La vivienda es la inversión más importante que hace una familia, y el sector de la construcción es el que más efecto multiplicador tiene en la economía.
El sector agropecuario tiene la capacidad de generar muchos empleos y alimentar a las familias salvadoreñas. En ese sentido, se debe seguir apoyando a este sector con infraestructura productiva, tecnología y políticas claras. También debe expandirse el programa Red Solidaria para atender un mayor número de municipios y poder extender la red de protección social a un mayor número de personas.
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