jueves, 19 de febrero de 2009

Celina de Ávila, una mujer nueva en política


Nieta de un cafetalero usuluteco e hija de un ingeniero agrónomo que trabajó en el Ministerio de Agricultura incluso en el gobierno de José Napoleón Duarte, esta mujer de 39 años, que aspira a convertirse en la Primera Dama de la República por el partido ARENA, tuvo que ingresar a la política en 2008, por las aspiraciones presidenciales de su esposo.
Ella ayudaba a echar las tortillas que pronto comerían los cortadores en la finca de su abuelo, José Roberto Denis, un cafetalero de Santa Elena, Usulután. “Molíamos el maíz, me encantaba, yo le hacía tortillitas a mi papá, de forma de corazón”, recuerda ahora Celina de Ávila, quien como esposa del candidato presidencial por ARENA, Rodrigo Ávila, aspira a convertirse en primera dama de la república.
Nació el 23 de septiembre de 1970 en el Centro Ginecológico de San Salvador. Su padre fue un ingeniero agrónomo, director de Recursos Naturales del Ministerio de Agricultura que no era militante de ARENA. No lo recuerda militante: “Era más de su trabajo y su familia”, dice. Su madre, Adela de Denis, quien logró estudiar bachillerato, había empezado a trabajar como secretaria a sus 15 años y luego se encontró con el negocio de los seguros hasta hoy que tiene 80 años.

Celina y su hermano José Roberto –quien hoy es textilero– cumplían todas las reglas de casa. La más inviolable era comer todos juntos en la mesa. Todos los domingos iban a la misa de la parroquia San Benito pero nunca pertenecieron a uno de los subgrupos católicos. Ahí hizo su primera comunión en 1978.
Ella es religiosa pero nunca ha sido fanática. Admira a Juan Pablo II, define a Dios como “nuestro padre que rige nuestras vidas y es todo”, cree que el Buda y Gandhi “fueron hombres buenos que predicaron con el ejemplo” y cree que ser cristiano no es sólo “pasar hincado” sino poner en práctica las enseñanzas y crecer espiritualmente. “Yo sí estuve en grupos de jóvenes. Ahora, pues, ya no estoy en nada”, dice refiriéndose a su vida espiritual.
Celina pasó la mayor parte de su niñez y adolescencia en la Academia Británica Cuscatleca. Ahí conoció “Sense and Sensibility” y “Orgullo y Prejuicio” de Jane Austin; leyó a John Grisham y a Victoria Hume.
En vacaciones terminaba en la finca de su abuelo. Y no sólo jugaba a echar tortillas. Se subía a los árboles y en carrito de pedales recorría empedrados. Si en algún momento llegaban a juntarse todos sus primos, eran 21 niños de apellidos Denis o Samayoa, por su tía.

Otros días, jugaba con su muñeco preferido. Se llamaba “Rodriguito”. “Era de plástico, con su pelito, lo tuve toda mi infancia…”, dice. Cuando cumplió los 14 años, la guerra obligó a sus abuelos a migrar a San Salvador y aquellas vacaciones se acabaron.

Camino a la política
Que su madre haya conseguido un trabajo en el mercado de seguros fue un empujoncito para Celina. Había decidido estudiar Derecho porque sentía inclinación humanística pero carecía de una tradición familiar de abogacía. Al cabo de un año, aproximadamente en 1990, cambió de carrera, empezó a estudiar Administración de Empresas, se informó de las pólizas y le ayudó a su mamá en el negocio de los seguros.

Su primer trabajo formal, en realidad, lo consiguió cuando egresaba de Administración. Una amiga que trabajaba en el Banco de Desarrollo le avisó que estaban contratando personal, fue con currículo en mano, pasó la entrevista, fue contratada ejecutiva y pronto asignada a Tesorería. Dos años después, ascendió a banca de inversión y a la jefatura de banca comercial en donde estuvo hasta junio de 2008 cuando renunció.
¿Cómo ingresó a ARENA? “Me casé con Rodrigo Ávila”, responde Celina espontáneamente. Nunca sintió la necesidad de integrar un partido político. Con ARENA, que era el instituto de su simpatía, sólo había cuidado urnas para acompañar a su mamá y su ingreso al partido oficial ocurrió hasta apenas 2008.
“Yo me sentía bien colaborando porque sentía que era algo patriótico, pero la verdad es que nunca se me ocurrió meterme de lleno al partido. Hasta ahorita que Rodrigo es candidato, hoy estamos con todo”, cuenta.

Ávila la conoció en una boda y, un día, su familia la invitó a comer. “De casualidad llegó él y me lo presentaron”, cuenta entre risas. Su relación sentimental inició en 1997 y conocerlo fue el inicio de su aspiración política.
¿Qué cambiaría la Secretaría Nacional de la Familia? Ella quiere imprimir la nueva ola de pensamiento en la derecha salvadoreña, la del Estado subsidiario que no pierde de vista que las familias deben ser autosostenibles. ¿Por qué no se ha logrado hasta ahora? “Por traumas”, responde. Y los explica: “Por la ideosincracia, sufrimos una guerra, ya había pobreza desde antes, pero se vio acentuada, la desintegración familiar, la irresponsabilidad paterna y materna”. 

Ya no lee ni Isabel Allende, ni novelas de Jane Austin, ni administración financiera y tampoco hace tortillitas para los cortadores. Hoy lee a John Maxwell (Psicología de mercado), “Liderazgo con propósito” y libritos de oración que le han regalado durante la campaña de su esposo.
Su trayectoria
Hizo su primaria y secundaria en la Academia Británica Cuscatleca, se graduó de Administración de Empresas de la Universidad Dr. José Matías Delgado y realizó cursos y un diplomado del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE). Se casó por primera vez cuando tenía 19 años. 
Trabajó desde 1995 en el Banco de Desarrollo y llegó a ocupar una jefatura de área en el Banco Agrícola Comercial. Fue parte de la Asociación Salvadoreña de Rehabilitación y está en la Fundación Bienestar Policial. 
Su segundo esposo es Rodrigo Ávila, candidato a la Presidencia de la República por ARENA. Ambos tienen tres hijas: Michel, Andrea y Celina Isabel. Ingresó a ARENA en 2008.
Sus respuestas
Aborto: En contra.
Pena de muerte: En contra.
Eutanasia: En contra.
Cadena perpetua: A favor.
Campaña sucia: En contra.
Ecumenismo: ¿Eso es lo de todas las iglesias juntas? A favor.
Comunismo: En contra.
Socialismo: Depende de qué es socialismo. Porque hay un socialismo del siglo XXI que es lo mismo que comunismo. Otro sistema de gobierno, otro estilo de gobernar, porque hay socialismos buenos y socialismos malos.
Fidel Castro: Tirano.
Lula da Silva: Socialista.
Capitalismo: Prefiero el capitalismo humanizad

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