Las aceras en las cercanías del centro de Jiquilisco lucían ayer no solo separadas por la calle, dos colores partidarios también las dividían. Activistas del FMLN se alistaban en una de las aceras a recibir al candidato presidencial de ARENA, Rodrigo Ávila, mientras, frente a ellos, un grupo de areneros con sus banderas y con el himno del partido de fondo completaban la escena.
“Siempre los esperamos cuando vienen aquí”, dijo uno de los activistas efemelenistas. El hombre, de 30 años de edad y que vestía camisa roja y jeans, sin embargo aclaraba que “su grupo” no pasa de gritos y consignas. “Es para que sepan que aquí no los quieren”, justificaba mientras seguía en la espera, una espera que se prolongó por más de dos horas. “El pueblo unido jamás será vencido”, repetían los efemelenistas para matar el tiempo, mientras eran acompañados de un equipo de sonido en el que de vez en cuando sonaban jingles del candidato presidencial Mauricio Funes.
“El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán”. Esa era la canción que sonaba al otro lado de la calle, donde un grupo de areneros oía —al igual que los efemelenistas— unas voces que les insistían en evitar todo contacto físico. Una especie de valla que la Policía tuvo que obligarse a establecer entre ambos bandos también los contenía. Pero la distancia entre las dos barras se acortaba y los ánimos se caldeaban dos horas después de la espera.
Eran las 12 del mediodía. Llega la caravana arenera y en ese momento los gritos e insultos de ambas barras avanzan un peldaño más: una de las banderas rojas ingresa por la ventana trasera del vehículo en el que se conduce Ávila, quien baja el vidrio de la misma para saludar. “Corrupto. Policía corrupto”, le respondieron como saludo los que ondeaban la bandera del FMLN en su cara. Ávila decidió salir del vehículo. La seguridad del candidato había sido burlada y él, sin escuchar consejo de quienes le acompañaban, se colocaba de frente a los del Frente. Una acción que fue calificada de “provocación” por los efemelenistas.
“Voy a ser tu presidente hijo”, le soltó Ávila a uno de los jóvenes que encabezaba la protesta, quien no pudo contener un llanto de rabia. Dicho eso, el candidato dio la vuelta, subió al vehículo y se encaminó a una casa de seguridad en la que esperó por casi 30 minutos para seguir su visita.
Sorprendiendo nuevamente a su seguridad y a los que le acompañaban, el candidato decidió cruzar el parque, no sin antes tener que pasar en medio de un grupo de activistas del FMLN que lucía más exacerbado que horas atrás. “No vayan a tocar a ese chele”, advertía uno de los efemelenistas, pero sus palabras no lograron eco: el grupo lanzaba agua al candidato y a la gente que se concentraba en el parque para saludarlo. Y no faltaron los empujones, jaloneos y más insultos, hasta que una PNC nerviosa abrió paso al candidato. Fotos instantáneas, entrega de botiquines y camisetas siguieron al incidente. “El FMLN es un partido que tiene violencia, apoyo a la delincuencia y cero tolerancia”, dijo Ávila, quien aprovechó el contexto para recordar a Mario Belloso.
Unas cuadras adelante, justo al frente del local del FMLN, le esperaba el efemelenista David Barahona, alcalde de Jiquilisco, quien ofreció una disculpa al candidato por los sucesos. Ávila las aceptó, pero antes expresó su molestia.
Su siguiente parada fue Santa Elena, la ciudad en que nació el presidente Antonio Saca y en donde perdieron en las elecciones pasadas, hecho que no impidió que Ávila fuera recibido de forma muy distinta a la de Jiquilisco. Junto a él iban Gabriel Simán, Gustavo López Davidson y otros que lo acompañaban a la gira.
“Siempre los esperamos cuando vienen aquí”, dijo uno de los activistas efemelenistas. El hombre, de 30 años de edad y que vestía camisa roja y jeans, sin embargo aclaraba que “su grupo” no pasa de gritos y consignas. “Es para que sepan que aquí no los quieren”, justificaba mientras seguía en la espera, una espera que se prolongó por más de dos horas. “El pueblo unido jamás será vencido”, repetían los efemelenistas para matar el tiempo, mientras eran acompañados de un equipo de sonido en el que de vez en cuando sonaban jingles del candidato presidencial Mauricio Funes.
“El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán”. Esa era la canción que sonaba al otro lado de la calle, donde un grupo de areneros oía —al igual que los efemelenistas— unas voces que les insistían en evitar todo contacto físico. Una especie de valla que la Policía tuvo que obligarse a establecer entre ambos bandos también los contenía. Pero la distancia entre las dos barras se acortaba y los ánimos se caldeaban dos horas después de la espera.
Eran las 12 del mediodía. Llega la caravana arenera y en ese momento los gritos e insultos de ambas barras avanzan un peldaño más: una de las banderas rojas ingresa por la ventana trasera del vehículo en el que se conduce Ávila, quien baja el vidrio de la misma para saludar. “Corrupto. Policía corrupto”, le respondieron como saludo los que ondeaban la bandera del FMLN en su cara. Ávila decidió salir del vehículo. La seguridad del candidato había sido burlada y él, sin escuchar consejo de quienes le acompañaban, se colocaba de frente a los del Frente. Una acción que fue calificada de “provocación” por los efemelenistas.
“Voy a ser tu presidente hijo”, le soltó Ávila a uno de los jóvenes que encabezaba la protesta, quien no pudo contener un llanto de rabia. Dicho eso, el candidato dio la vuelta, subió al vehículo y se encaminó a una casa de seguridad en la que esperó por casi 30 minutos para seguir su visita.
Sorprendiendo nuevamente a su seguridad y a los que le acompañaban, el candidato decidió cruzar el parque, no sin antes tener que pasar en medio de un grupo de activistas del FMLN que lucía más exacerbado que horas atrás. “No vayan a tocar a ese chele”, advertía uno de los efemelenistas, pero sus palabras no lograron eco: el grupo lanzaba agua al candidato y a la gente que se concentraba en el parque para saludarlo. Y no faltaron los empujones, jaloneos y más insultos, hasta que una PNC nerviosa abrió paso al candidato. Fotos instantáneas, entrega de botiquines y camisetas siguieron al incidente. “El FMLN es un partido que tiene violencia, apoyo a la delincuencia y cero tolerancia”, dijo Ávila, quien aprovechó el contexto para recordar a Mario Belloso.
Unas cuadras adelante, justo al frente del local del FMLN, le esperaba el efemelenista David Barahona, alcalde de Jiquilisco, quien ofreció una disculpa al candidato por los sucesos. Ávila las aceptó, pero antes expresó su molestia.
Su siguiente parada fue Santa Elena, la ciudad en que nació el presidente Antonio Saca y en donde perdieron en las elecciones pasadas, hecho que no impidió que Ávila fuera recibido de forma muy distinta a la de Jiquilisco. Junto a él iban Gabriel Simán, Gustavo López Davidson y otros que lo acompañaban a la gira.
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